Lánguido y escuálido, te implantas en lo virtual: una simple cordialidad esperando a ser devuelta en su debido tiempo?
Difícil de creer, pero no imposible.
Resulta que todo este tiempo siempre estuvimos buscado culpables, cuando ni siquiera tenemos narices para esconder sospechosos.
La vida es irónica y nosotros unos simples ilusos; no puedo rogarle al satélite que me ampare, tampoco seguir ignorando el crujir de mis entrañas.
Si puedo dormir por unas horas y esperar que salga el sol, decirle carpe diem al calor y todos sus problemas, dejar que el tiempo se vaya solo, sin echarlo, terminar este desencuentro amistosamente.
Aceptar los compromisos, aclarar las dudas, elegir un camino y un destino.
Afrontar ese enorme y bruto miedo que guardamos hace siglos como una épica leyenda.
El miedo morirá el día que las tropas intenten matarlo, el día que se animen a afrontarlo, mientras tanto, el miedo esta ahí viviendo el presente a mansalva.
Las tropas temen y no van a vivir un carpe diem.
Ellas son seguras estrategas, con muchos escudos a su alrededor, tal vez algún día, el satélite nos ayude, los ojos se abran y consiga ese azul bajo nuestro cielo.
Por ahora sigo pesando en el que será
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